El Fondo Mundial distribuye millones de dólares cada año para ayudar a los países en su lucha contra la malaria, una enfermedad mortal transmitida por mosquitos. Uno de los medios más eficaces para prevenir la infección es dormir debajo de mosquiteros tratados con insecticida. Estos mosquiteros ayudan a salvar innumerables vidas y los gobiernos de todo el mundo compran estos mosquiteros para proteger a sus ciudadanos. El Fondo Mundial financia a menudo la adquisición de estos mosquiteros como lo hizo en el siguiente estudio de caso.

El director de un centro nacional de la malaria asistió a una conferencia para obtener más información sobre los mosquiteros.  En esta conferencia conoció al gerente de ventas de un importante fabricante internacional de mosquiteros. Los dos hombres entablaron amistad y comenzaron a comunicarse a través del correo electrónico. El gerente de ventas visitaba al director cada vez que iba al país. Durante estas conversaciones, el director le hizo saber que había una gran competencia por suministrar mosquiteros a su país.

De vez en cuando, el gerente de ventas enviaba regalos al director o patrocinaba algún viaje de empresa. Siempre que se encontraban personalmente, no era inusual que el gerente de ventas le entregara algún presente como un símbolo para honrar algún acontecimiento o festividad significativos. Durante una de estas visitas, el director le pidió al gerente de ventas que le trajese algunos medicamentos que en su país eran más baratos. El gerente de ventas satisfizo encantado el pedido sin mencionar ningún tipo de reembolso.

Dos años después de su primer encuentro, el centro nacional de la malaria anunció varias inminentes e importantes contrataciones para comprar millones de mosquiteros.  El director estaba a cargo del proceso de asignación de estos contratos. Antes de que se iniciara el concurso para la adjudicación de los contratos, el director habló directamente con el gerente de ventas y le sugirió que debería haber un “asesor” que facilitase las compras de mosquiteros. Este “asesor” estaría bajo la supervisión del director, pero le pagaría el fabricante de mosquiteros que consiguiera el contrato. El director se ofreció a encontrar un candidato adecuado que obtendría una comisión de entre el 2% y el 7% del valor total de cada contrato otorgado. La empresa del gerente de ventas consiguió numerosos contratos por un monto total superior a los US$10 millones para suministrar mosquiteros a través del centro nacional de la malaria. El director proporcionó al gerente de ventas el nombre y los datos de la cuenta bancaria del “asesor” para que su empresa pudiera transferirle los pagos de la comisión directamente a esa cuenta.

La Oficina del Inspector General tuvo noticias por primera vez de esta cuestión después de que una auditoría de las subvenciones del Fondo Mundial concedidas al país reveló una serie de irregularidades en las adquisiciones. La auditoría sacó a la luz los correos electrónicos intercambiados entre el director y el gerente de ventas que pusieron de manifiesto que las comisiones pagadas eran incentivos para obtener contratos. La Oficina del Inspector General también descubrió que el “asesor” era en realidad un familiar del director y que el gerente de ventas de la empresa fabricante internacional de mosquiteros accedió al acuerdo de asesoría a pesar de que nunca había conocido al “asesor” o hablado con él.  En total, el fabricante internacional de mosquiteros pagó más de $US250.000 en concepto de comisiones por los contratos que obtuvo para suministrar 2,4 millones de mosquiteros.

El Fondo Mundial suspendió y sancionó al proveedor internacional de mosquiteros y le exigió que encabezara las iniciativas destinadas a elaborar un pacto anticorrupción aplicado a toda la industria. También se les instó a que donasen 1 millón de mosquiteros a los programas del Fondo Mundial. El Fondo Mundial remitió este caso a las autoridades policiales y exigió la restitución de todos los fondos perdidos a causa del pago de comisiones ilegales.